construyendo la nueva escuela
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construyendo la nueva escuela
CONSTRUYENDO LA NUEVA ESCUELA
La escuela debe ser un ámbito de estímulos, un punto de encuentros, una mediación entre los alumnos y el mundo, pero no es el mundo.
Existen muchos modelos de instituciones escolares. Pensar en una escuela que estimula el desarrollo de un aprendizaje significativo implica, para quienes realizamos tareas educativas, analizar a fondo la organización y los modelos pedagógicos que predominan en ella. La escuela no debe ser concebida como una fortaleza, sino como un sistema abierto, con fuertes influencias del medio sociocultural en el que se encuentra.
Las instituciones educativas organizadas en forma tradicional no contribuyen al logro de aprendizajes realmente significativas para los alumnos.
La construcción de un nuevo modelo que si dé respuesta a este objetivo debe tener en cuenta distintos aspectos.
Por un lado la estructura que debe adquirir la institución, además, el diseño de organización social interna de la escuela, que contemple cómo han de operar las normas y directivas que regulen su actividad, como se ejercerá el poder y la autoridad, y las características que deberán tener los procesos comunicacionales.
Por otra parte, los objetivos de este nuevo modelo deberán ser definidos claramente y uno de los más importantes es el de generar aprendizajes significativos en los estudiantes. Es decir, incentivar en ellos el deseo de aprender, de explorar de inventar, de descubrir, entre otros.
La escuela debe ser un ámbito de producción de conocimientos que incentiven el desarrollo de las distintas capacidades y potencialidades de los niños y al mismo tiempo, que promueva la integración cultural.
El docente debe ser un profesional comprometido con una determinada manera de entender el proceso enseñanza y aprendizaje. La nueva escuela es una forma de vivir que integra los valores de convivencia, la tolerancia, el respeto, la cooperación y la aceptación del otro.
Debe sustentarse en valores, no solo en valores verbales, sino que realmente lo vivamos, que forje humanos críticos, solidarios, justos, honestos, amantes de una cultura de paz. Para ello se requiere de un modelo de maestros distintos, se necesita de maestros dispuestos al cambio, con un alto nivel de profesionalización y debidamente capacitados, equipados para la gran transformación que requiere la educación.
En la construcción de la nueva escuela, el estudiante es el centro del proceso de enseñanza y de aprendizaje. El educador debe correrse de su lugar de transmisor y asumir nuevas funciones como: guía, orientador, facilitador, entre otros.
Nuestra época exige individuos capaces de adaptarse, de autodirigirse, de no caer en la rutina… aprender a expresarse, a comprender a los otros, a escucharlos antes de responderles, a discutir antes de juzgar, a pensar a sí mismo, a autocriticarse, a tomar iniciativas: tales son las metas de la autogestión pedagógica.
Prof. Constanza Pereira.
C.I. Nº V- 6.365.169
La escuela debe ser un ámbito de estímulos, un punto de encuentros, una mediación entre los alumnos y el mundo, pero no es el mundo.
Existen muchos modelos de instituciones escolares. Pensar en una escuela que estimula el desarrollo de un aprendizaje significativo implica, para quienes realizamos tareas educativas, analizar a fondo la organización y los modelos pedagógicos que predominan en ella. La escuela no debe ser concebida como una fortaleza, sino como un sistema abierto, con fuertes influencias del medio sociocultural en el que se encuentra.
Las instituciones educativas organizadas en forma tradicional no contribuyen al logro de aprendizajes realmente significativas para los alumnos.
La construcción de un nuevo modelo que si dé respuesta a este objetivo debe tener en cuenta distintos aspectos.
Por un lado la estructura que debe adquirir la institución, además, el diseño de organización social interna de la escuela, que contemple cómo han de operar las normas y directivas que regulen su actividad, como se ejercerá el poder y la autoridad, y las características que deberán tener los procesos comunicacionales.
Por otra parte, los objetivos de este nuevo modelo deberán ser definidos claramente y uno de los más importantes es el de generar aprendizajes significativos en los estudiantes. Es decir, incentivar en ellos el deseo de aprender, de explorar de inventar, de descubrir, entre otros.
La escuela debe ser un ámbito de producción de conocimientos que incentiven el desarrollo de las distintas capacidades y potencialidades de los niños y al mismo tiempo, que promueva la integración cultural.
El docente debe ser un profesional comprometido con una determinada manera de entender el proceso enseñanza y aprendizaje. La nueva escuela es una forma de vivir que integra los valores de convivencia, la tolerancia, el respeto, la cooperación y la aceptación del otro.
Debe sustentarse en valores, no solo en valores verbales, sino que realmente lo vivamos, que forje humanos críticos, solidarios, justos, honestos, amantes de una cultura de paz. Para ello se requiere de un modelo de maestros distintos, se necesita de maestros dispuestos al cambio, con un alto nivel de profesionalización y debidamente capacitados, equipados para la gran transformación que requiere la educación.
En la construcción de la nueva escuela, el estudiante es el centro del proceso de enseñanza y de aprendizaje. El educador debe correrse de su lugar de transmisor y asumir nuevas funciones como: guía, orientador, facilitador, entre otros.
Nuestra época exige individuos capaces de adaptarse, de autodirigirse, de no caer en la rutina… aprender a expresarse, a comprender a los otros, a escucharlos antes de responderles, a discutir antes de juzgar, a pensar a sí mismo, a autocriticarse, a tomar iniciativas: tales son las metas de la autogestión pedagógica.
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